Os tengo que confesar, que la verdad es, que este plato surgió por una confusión. A mis padres y a mis suegros les encantan las acelgas, y a mí lo que me gustan son las espinacas. Mi madre, con toda su buena fé, me dió una bolsa con (supuestamente) espinacas de la huerta que había congelado... pero... cuál no fué mi sorpresa, al descongelarlas, ver que efectivamente, no eran mis riquísimas espinacas, sino mis no tan queridas acelgas.
Como esto son traumas que se cogen de pequeña (debido a que por obra y gracia de no sabemos quién, estas dichosas verduras salían como locas en nuestro patio trasero, con lo cuál mis padres las recogían, y las comíamos en el típico potaje, purés.... mis hermanos y yo, acabamos cogiéndoles manía y en cuanto las veíamos crecer, las pisoteábamos por si las moscas...). Ese fué mi trauma, y hoy por hoy lo mantengo... si hay que comerselas, me las como, pero no son santo de mi devoción, por lo que se las hice a mi marido, que él sí que no tiene problemas con ellas :D
Sé que son muy nutritivas y tienen muchísimas propiedades, por lo que es un plato muy sano. Comprobaréis que está muy rico ;)
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| Foto y receta por La flor del Azafran |
Ingredientes
- Acelgas
- Huevo
- Ajo en polvo
- Pimienta negra molida
- Perejil picado
Precalentar el horno a 180ºC.
En primer lugar, cocemos las acelgas en agua hirviendo con sal. Las sacamos y las escurrimos bien (el agua de la coción, la reservamos para hacer un caldito).
En un plato de barro ponemos las acelgas, las salpimentamos, y le añadimos el ajo en polvo.
Cascamos uno o dos huevos encima y lo metemos en el horno unos 15 minutos más o menos.
Lo sacamos, y con cuidado de no quemarnos, lo servimos, poniendo el recipiente de barro sobre otro plato o un salvamantel, porque puede provocar quemaduras...
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